viernes, 5 de noviembre de 2010

High.



Si pudiera salir de mí un momento, si fuera capaz de romper el armazón de fibra de vidrio. Si la escayola absorbiera la suficiente cantidad de agua como para desprenderse, iría flotando, como una gaviota, hasta tu balcón. Te sacaría los ojos con el pico, los metería en un tarro de formol, y los pondría en mi estantería para que vieras cada minuto de mi día a día, hasta conseguir que quisieras tocar mi piel. Y así tal vez calmar el deseo que me invade tres veces por semana. Y coser tu córnea y tu retina a mi espalda, hasta conseguir que el deseo se repita más de cuatro veces por semana. Gritar dos veces al día: una al despertarme y otra al anochecer. Hasta que entendieras cada espasmo, escalofrío y tembleque de rodilla que me asalta cada vez que olvido recordarte y cada vez que dejo de intentar buscarte.