No es necesario contar una milonga sobre amor y qué mal lo pasa uno y qué bien algunas veces también. A veces la calle se llena de luz y se hace recta, larga, eterna, y la gente pasa y no sabe que estás huyendo de lo mejor que te ha pasado en el último mes, y que las lluvias se las dejemos a Dios, por favor.
Los pies sobre el cargador del ordenador se calientan en sus plantas y gritan hielo hacia el cielo. Y el cielo mata al ángel y el ángel va tras de ti, y tú me esperas y yo te hago esperar y al final te llevo un café a casa, pero no nos adelantemos a los hechos y mira el suelo qué firme parece bajo el cargador del portátil, y yo me salto los puntos y seguido y de puntos y aparte todavía no me he examinado.
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