lunes, 5 de enero de 2009

1/12/08

Tiene gracia. Te pasas la mitad de tu vida sentada en la arena esperando a que suba la marea, y cuando por fin la tienes a tus pies echas a correr hacia el bosque.Lo que pasa es que no sabes lo que quieres, así que te limitas a esperar a los cambios. Una vez llegan los contemplas, los evalúas, si te agradan los aceptas y sino intentas huir. Es que somos gilipollas de nivel 34 ya. Vete asimilándolo porque cuanto antes lo hagas será mucho mejor.
Plantas un bulbo y esperas que nazca una orquídea violeta, y en su lugar ves crecer ante tus propias narices un cardo borriquero en el puto medio de la maceta. Así sin más, sin disimular. La vida es muy descarada porque no tiene nada que temer. Ni perder.
-“¿Qué he hecho mal?”
-“La regaste demasiado.”
Por eso debemos intentar poner los pies en la baldosa que toca, y no en la siguiente ni en la otra, y conformarnos con lo que pisamos, no vaya a ser que por maniáticos nos tropecemos con nosotros mismos. Que somos gilipollas, pero todo debe tener un límite..