lunes, 27 de agosto de 2012

27/08/2012


Vivir demasiado deprisa, vértigo emocional y miedo a que se rompa la cuerda. Hay un agujerito por donde veo lo que quiero cuando quiero, y me tumbo en la cama y de repente estoy al borde de un accidente de tráfico y la adrenalina me invade y me pongo muy cachonda de repente y de nuevo esa sensación de estar viviendo diversión, siempre al borde de la catástrofe. Como dijo Audrey Hepburn, 'Si obedeces todas las reglas, falta toda la diversión.'

Esas ganas irremediables de compaginar responsabilidades con una casi total irresponsabilidad, de correr con los brazos abiertos y los ojos cerrados por una calle llena de gente que camina al compás de los que los rodean solamente por no chocar con ellos y no tener que disculparse. De beber más café del que los médicos consideran saludable, más alcohol del que se considera aceptable, más saliva de la que tu propia boca produce. De salir de la jaula y volver a sentirte intensa, volver a sentir la fuerza que te invade cada noche, volver a buscarte a ti misma en los lugares equivocados. Compartirte con la gente, dejarte conocer, y conocer. Y aprender.

Tengo ganas. De mí, de ti. De desobedecer reglas impuestas, y de crear nuevas reglas para luego desobedecerlas. De vivir. De crecer.
En resumen, tengo ganas. Pero sobre todo de mí. Pero sobre todo de ti.