Lo malo del verano en este caso es que me confunde. Cada vez
entiendo menos lo que pasa por mi cabeza. La distancia lo vuelve a uno un poco
loco. La distancia, cuando se caracteriza por una total desinformación, te hace
creer cosas enfrentadas de las que no te fías un puto pelo. La distancia es como
declararse la guerra a uno mismo. La distancia, cuando se somete a la
recreación de uno mismo en el recuerdo de lo inestable, te empieza a pedir a
gritos una pequeña dosis de realidad. La distancia y la desinformación te hacen
creer que lo que antes no entendías ahora está bajo control, como en una pausa
falsamente infinita, como un letargo infernal, como un mero mecanismo de
defensa engañoso.
La distancia es el instante previo a la resaca emocional.
Nunca sabes cuándo va a empezar a joder de verdad.