“De pequeño, mi padre me advirtió que no mirara la lavadora; yo era muy pequeño y no le hice caso. Con el paso de los años, me he dado cuenta que tenía razón: no se puede mirar la lavadora de pequeño y pensar que eso no te va traer problemas el día de mañana.”
Busqué. Busqué entre las pelusas que invaden el fondo de mi armario. Busqué en el cubo de basura, entre mi colección de mandarinas secas y en el minuto veintitrés del programa de lavado de mi lavadora. Seguí buscando, en el cajón de los calcetines y entre los apuntes de Balzac, Wordsworth, Dalí y Baudelaire.
Me fui, a tomar un café bien amargo a la cocina. Y a mitad del recreo, entre la cirrosis y la sobredosis, me cansé de descansar. Y viendo que la lavadora centrifugaba, la abrí y me metí dentro. Y allí te encontré, empapado del olor de tu suavizante pero con un tacto familiarmente agrio. Como comer limones a bocados en pleno éxtasis de los sentidos.
No parábamos de girar. Debimos estar allí, dentro de la lavadora, un año entero. Tal vez dos. No lo sé a ciencia cierta, porque una de las cosas que te ocurren cuando te metes en una lavadora centrifugando es que pierdes la noción del tiempo. Nos quisimos mucho durante todo ese tiempo, yo lo sé. Cualquiera se habría dado cuenta. Es posible que fuera porque girar de aquella manera y a esa velocidad, a uno lo marea un poco. Pero nos quisimos sin tocarnos ni una sola vez.
Yo sé cuánto te quise, y sé que cuando salimos del tambor (tú delante, por supuesto), yo aún seguía entre la cirrosis y la sobredosis. Y como no había toallas secas, se nos ocurrió secarnos con lágrimas y un saco de discreción.
Desde entonces, el olor de tu suavizante vive en mis pulmones. Por eso, a cada calada rezo por que el humo lo neutralice. Siempre sin éxito, claro. Así que no se te ocurra decirme que lo deje, porque yo seguiré intentándolo, entre la cirrosis y la sobredosis.
“Entonces, oh belleza mía, di a los gusanos
que te comerán a besos,
que he guardado la forma y la esencia divina
de mis amores descompuestos”
1 comentario:
Te quiero. Y te lo digo al principio porque es lo único que en realidad te tengo que decir, aunque sea la obviedad más grande.
Te quiero y está sonando el final de Citizen erased, y no voy a decir 'ANITOOO! A ABRAZAAAR!' porque me va a salir raro por el nudo en la garganta.
NO ME LO PUEDO CREER:
-gesto-
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