miércoles, 28 de abril de 2010

Me gusta abrazarte.

Quiero saber que aguantaré sin el beso del viernes, sin el del sábado de la semana siguiente. Quiero saberlo, necesito creerlo.
Y no es el beso. Esa solo es la metáfora.
Eres tú completo, como unión no aleatoria de cuerpo y espíritu, el que quiero que permanezca. Dentro de poco solo tendré de ti al alcance tu espíritu, en mayor o menor medida. Y echaré de menos tu cuerpo: tu silueta, tus manos, tu pelo, tus ojos, tus labios. Y es que a mí no me convence la teoría platónica del alma reencarnada en un cuerpo aleatorio.
Podemos relacionar estos dos aspectos. Porque yo te quiero por cuando hablamos, por cuando intercambiamos información verbal. Pero también por cuando te cojo la mano, cuando te toco el pelo, cuando te miro a los ojos y cuando siento mis labios en los tuyos.
No concibo la dualidad de la esencia del ser humano como algo real. Para mi es todo del mismo paquete. Y cuando me falte esa mitad (especialmente dolorosa la ausencia de contacto físico), necesitaré saber que puedo aguantar, que sigues entero, que me echas de menos.. Aunque solo sea dos segundos a la semana (oda a mi propio catastrofismo).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Al final todo acaba en lo mismo, al principio es genial y luego...
luego tambien!