Anoche tuve un sueño.
Estaba vestida, metida en la cama. Las sábanas blancas. Me tapaba la cara con el edredón, pero dejaba justo un huequito para poder observarte. Sabía que no servía de nada intentar esconderme, que tú te dabas cuenta de que te estaba mirando, pero no me importaba. Me ignorabas, hacías como si yo no estuviera ahí, o como si no me conocieras. Estabas de pie, apoyado contra el balcón, mirando hacia la cama como si estuviera vacía. De vez en cuando yo cerraba los ojos unos segundos, para dejarte mirarme con atención sin sentirte culpable o descubierto en tu juego. A veces incluso aprovechaba y me hacía la dormida durante 10 o 15 minutos, para notar cómo te acercabas a la cama y te ponías en cuclillas a la altura de mis rodillas, que presionaban mi pecho, y me echabas el aliento en el brazo. Pero aún esperaba un rato más, hasta que decidías que no ibas a aflojar la cuerda, y volvías a tu balcón. Era verano, y te veía translúcido con tu chalequito a través de las cortinas que se movían por el viento. Qué grande y qué bonito eres – pensaba entonces. Así pasaban 3 o 4 horas. Al final decidiste darte por vencido y hablarme, mientras yo sonreía con cara de no creerme nada. Me contabas.. Yo que sé qué me contabas. Yo te escuchaba sin interrumpirte ni una sola vez, mientras recorría tu cara con la mirada: tu flequillo, algún trocito de frente que se dejaba ver, tus cejas, tus ojos, tu nariz, los labios, que se movían al ritmo de tus palabras, tus barbitas de dos semanas.. Me mareaba tanta belleza. Levanté una mano y empecé a recorrer con el dedo índice tu tabique nasal, desde la frente hacia abajo, hasta llegar a tus labios, la barbilla, el cuello y, por fin, la nuez. Allí paré mi mano, mientras tú seguías hablándome. Entonces me dijiste que te ibas a buscar algo allí fuera. Me besaste la oreja sin hacer ruido y aprovechaste para darme un mordisquito en el lóbulo. Tu respiración me hizo encogerme un instante, mientras clavaba mis ojos en tu espalda, que se alejaba despacio, flotando, como si yo no estuviera aquí, como si no me conocieras.
Sara, solo tú sabes que en realidad no pudo ser un sueño :(
domingo, 25 de mayo de 2008
sábado, 24 de mayo de 2008
miércoles, 21 de mayo de 2008
¡Cojones!
Quiero que llegue julio, con sus tormentas de verano, el olor a sobaquillos sudados, las caminatas a las 5 de la tarde desde mi barrio hasta el centro, los helados que casi nunca compro, los desayunos de las 4 de la madrugada mientras veo los capítulos de Queer as Folk, y los desayunos a las 12 del mediodía también, los capítulos de Queer as Folk, la pereza que da sacar el violín de la funda, olvidar cómo se escribe, los paseos por la mierda de monte que hay detrás de mi casa, las noches cortas, no ir casi a la piscina, aprovechar que estoy sola en casa para poner la música a todo volumen y volverme loca haciendo como que toco la guitarra y chocándome por las paredes, comer pipas tijuana sentada en un banco, escuchar la Radio Clásica tumbada en el jardín, hacer fotos a todo lo que veo, pegar patadas a las piedras, sentirme libre del todo, correr y gritar por mi calle como si estuviera loca, ir a la piscina a las 12 de la noche..
Jo.
Ya queda poco, un mes y vacaciones :)
miércoles, 14 de mayo de 2008
Primavera.
La primavera me vuelve loca.
Lluvia o sol, ¿qué más da? A ti te gusta ver las cosas reflejadas en los charcos, y a mi me gusta que sean las cosas las que reflejen la luz que incide sobre ellas. Así que supongo que al final lloverá. Tú ganas, una vez más, aunque yo ya hace tiempo que aprendí a divertirme chapoteando en cada charco mientras miro al cielo, desfigurando mi reflejo por miedo a descubrir lo que tanto te gustaba de mí.
Cada vez que sale el sol te escondes bajo la ducha con esa zorra disfrazada de sirena, y yo no puedo mas que salir a la calle y atormentarme en mi camino, esquivando medusas disecadas, pisoteadas.. Ni siquiera tuviste la delicadeza de avisarles de que te ibas. Pero yo no voy a ser una más, he descubierto tu juego.
Cuando hay tormenta corro porque sé que estás cerca, que me estás buscando para hacerme unos cuantos trucos de circo con tus piernitas tensadas, los pies de puntillas, los brazos sobre la cabeza, una vuelta detrás de otra. Todas las noches rezo para no caer en la tentación. Para conseguirlo como dos cajas de yogur, sin respirar, con miedo a llorar: las lágrimas nunca fueron bien recibidas en mi cama.
Al acostarme cada noche miro hacia el techo y veo a mi pobre Pinocho, su nariz aún no es muy larga, él se pavonea con su melena rubia que le da un aire de genialidad. Entonces yo me río porque no te das cuenta de que en realidad tu personalidad se basa en tu capacidad de copiar el comportamiento de un verdadero loco de remate, él sí que sabe lo que se hace. Entretanto y de momento un gentil caballero al que aún no he puesto un nombre me envía líricas y melodías con las cejas bien atentas, por si las moscas. Bzzzz Bzzzz!!
Un día te enviaré una carta, cuando el yogur me haya tornado tan gorda que no sea capaz de levantarme de la cama. Ese día lloverá, pero incluso tu sirena te habrá abandonado, convertida en medusa: la reina puta de las medusas disecadas.
lunes, 12 de mayo de 2008
MÍSTICA
¿Alguna vez has tenido un espejismo? Yo llevo unos 8 meses desarrollando un espejismo, y ahora no creo que me ponga a parir el más mínimo engendrito de realidad. El periodo de gestación de los gilipollas, según tengo entendido, dura toda la vida desde el momento en que comienza, así que por lo menos estoy contenta de que mi espejismo huela a mandarinas y suene a ‘rockanrol’. A éste ritmo que llevo, voy a tener que vivir con ello durante mucho tiempo. Ser gilipollas, al fin y al cabo, no es algo tan horrible.
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