domingo, 17 de octubre de 2010

Anagrama.

Lo que ocurre es que se me seca la boca y se me escurre el teclado entre las manos, y todo esto mientras intento entender por qué se me hace tan complicado quererte y odiarte a un mismo tiempo si es lo único que he hecho contigo desde que te conozco. Lo que pasa es que cada vez que toso expulso cien mil células de mi interior, y ya me estoy quedando vacía por dentro de tanto forzar la garganta y de escupir trozos de mi corazón que, por otra parte, ya lo tenía podrido desde hace mucho tiempo.
Lo que no creo es que haya una fácil solución que me permita mantenerme íntegra física y moralmente, mucho menos cuando escucho sonar Drain You saliendo de mi móvil y una mano inocente me lo alcanza, delatándote la pantalla como autor de la llamada. Y mi voz cambia, mi visión cambia, la tele cambia e incluso aquel puto frío cambió al escucharte hablar de las gilipolleces más grandes jamás imaginadas, y el mundo fue un poco más mundo mientras te insultaba interiormente con la sonrisa puesta en la cara a modo de aprobación y veneración.
Porque te quiero y, por qué no, porque me gusta odiarte con tan particular criterio y tan poca razón. Porque me apetece abrazarte y decirte idiota con esa cara que solo sé poner cuando te tengo delante.
Porque no estaría yo aquí escribiendo, ni comiendo macarrones con tomate, ni fumando, ni escuchando cierta determinada canción que me hace gelatina las piernas y de mi historia una historia sin fin, si no fuera porque hace tiempo que no tenía yo tantos motivos para inmolarme poco a poco sin miedo a derramar las lágrimas que, por suerte, hace ya cuatro días derramé.

No hay comentarios: